“El folklore alistano sigue vivo a pesar del paso del tiempo“
La casa familiar de Laura Vara (Riofrío de Aliste) rezuma folklore por los cuatro costados. Tampoco es de extrañar habiendo bebido de las mismas fuentes de la tradición que su bisabuela Rosa. Abres un armario y te encuentras con su colección de instrumentos musicales: la gaita de fole, las castañuelas, la pandereta, las conchas, el tambor, la botella o la guitarra. Y si despliegas las puertas de otro guardarropa descubres multitud de objetos de su vestuario actoral: cuatro coloristas manteos que delatan el crecimiento de su niñez y otros cuatro (azul, amarillo, verde y rojo) de la edad adulta, además de zapatos, vantales, camisas de lino bordadas, jibonas, etc. Baile y tambor alistanos forman parte de la dieta artística de esta médico que, para más señas, nació el día de Santa Cecilia, patrona de los músicos. Ella aprecia la tradición y disfruta de la danza pero nunca da un paso de baile sin haberse puesto “las calabazas”.
ADRIÁN CHIMENO
Laura, el folclore y tú siempre habéis tenido una relación especial. ¿Los comienzos fueron una decisión familiar o por vocación?
Comencé en el folclore cuando tenía aproximadamente 5 o 6 años en la escuela de música de Ferreruela de Tábara. Posiblemente fue una decisión personal pero influenciada por mi familia ya que por aquel entonces mi hermana y otros jóvenes del pueblo acudían allí cada viernes para aprender a bailar, a tocar diferentes instrumentos y, la verdad, disfrutábamos mucho. Vocacional fue, sin duda, el permanecer allí año tras año puesto que realmente pasábamos unos ratos estupendos. También tengo grabadas en mi memoria las tardes que pasábamos bailando en casa de Eufemia mientras ella cantaba. ¡Un lujo! Mi admiración por ella me permitió no solo aprender a bailar sino también a amar nuestra cultura.
¿Dónde y cuándo tuviste tu primer contacto con el público a través del folclore?
Las primeras interpretaciones en público fueron en la clausura del curso que organizaba la escuela cada año donde mostrábamos en la plaza del pueblo una demostración de lo que habíamos aprendido en las clases. Allí también acudían nuestros familiares para disfrutar, además, de la gente de los pueblos. Recuerdo con muchísimo cariño toda esa época, esa mezcla de ilusión y nervios que sentía por dentro y, sobre todo, la pasión con la que mi familia y, en especial, mi abuela y mi tía me hacían los trajes para aquellas ocasiones. Cuando inicié mi andadura en la Escuela de Música de Aulas de Aliste y Trás-os-Montes comencé a formar parte del grupo de actuaciones y fue allí donde empecé a actuar en muchos de los pueblos de Aliste durante sus fiestas de verano.
Las actuaciones son los momentos donde el folclore adquiere su mayor desarrollo. La música, los trajes regionales… se unen para mostrar al público un movimiento cultural único de cada zona. ¿Qué recuerdos, vivencias, lugares conociste en estas actuaciones?
Sinceramente es indescriptible todo lo que he vivido pero, sin duda, lo que más valoro es el haber conocido a personas maravillosas con las que he disfrutado bailando. Las actuaciones me han permitido conocer mejor Aliste y sus gentes, lugares recónditos que de no ser así quizá nunca habría descubierto. Desde mi punto de vista, las muestras de folclore por nuestra zona son como una especie de máquina del tiempo ya que permiten a nuestros paisanos, aunque sea durante un ratito, rememorar una época de sus vidas cargada de vivencias y buenos momentos. Los intercambios tanto con nuestro país vecino, Portugal, como con el resto de lugares de nuestra geografía han sido siempre maravillosos por la generosidad de sus gentes. Esos viajes nos han permitido mostrar el folclore tradicional de nuestra zona, pero también nos ha servido para aprender su cultura a través de sus tradiciones y su gastronomía, algo que sin duda me ha enriquecido a nivel personal.
Las fiestas de Riofrío fueron, durante muchos años, un escenario para ti y para otros jóvenes del pueblo. ¿Qué sensaciones tenías al bailar o tocar delante de los tuyos?
Qué difícil es explicar con palabras mis sentimientos. Por un lado, tengo que decir que disfruto muchísimo con todo lo que hago y es maravilloso cuando veo que en mi pueblo la gente se divierte, disfruta y se sienten reflejados en el folclore que transmitimos. Pero, por otro lado, es cierto que percibo como si tuviese una mayor responsabilidad debido a que en nuestro pueblo son muchas las personas que durante años han trabajado intensamente para mantener viva la tradición y nuestro folclore. Algunos de ellos por desgracia ya no están, pero, sin embargo, todos nos han dejado un legado inmenso que en muchas ocasiones cuesta mantener sin ellos.
¿Cuál es tu opinión del trabajo que realiza la Escuela de Música de Aliste y Trás-os-Montes?
Todas las escuelas de música de nuestra provincia realizan una labor irreemplazable para mantener y apoyar nuestro folclore. En concreto, la Escuela de Música de Aliste y Trás-os-Montes, a la que yo pertenezco, tiene una función multidimensional. A nivel cultural se encarga de la recopilación de nuestro folclore (canciones, instrumentos, bailes…), de enseñarlo de la forma más parecida a como se hacía antaño y de permitir su difusión al mundo. Por otro lado, un espacio como la Escuela, a nivel humano, sirve también como punto de encuentro entre personas, de todas las edades, que compartimos este amor por nuestra cultura. Nos permite entretenernos y sobre todo disfrutar de estas actividades. Además gracias a su accesibilidad, cualquier persona puede acercarse a este ámbito tan nuestro y siempre será bienvenida. Podemos decir que a pesar del enorme trabajo y esfuerzo que conlleva, nuestro folclore sigue vivo a pesar del paso del tiempo.
Dicen que la música, durante los primeros años de edad, ayuda al desarrollo mental. ¿Crees que el folclore te ha ayudado a ser y pensar cómo eres actualmente?
Estoy segura de que todas las experiencias vividas a lo largo de la vida te ayudan a crecer y a ser quien eres. La música y el folclore, en particular, me llevan acompañando desde siempre en mi andadura y, por supuesto, siempre han sido una pieza fundamental del puzzle que forma mi vida.
Los Carochos también tienen algún rasgo del folclore tradicional. Los trajes del grupo de Los Guapos, el pasacalles del tamboril, el baile de El Sagrao… ¿Qué significa para ti que una mascarada tan importante como la nuestra tenga esa seña de identidad?
Los Carochos significan mucho para mí. Es un orgullo tener esta mascarada como seña de identidad en la que, como dices, se produce una íntima unión entre la tradición ancestral y el folclore. Estoy encantada en colaborar y participar en ellos y me enorgullece enormemente que se esfuercen cada año en aprender un poquito a tocar las castañuelas y el tambor, así como en practicar unos pasos para bailar en El Sagrao. De esta forma es evidente que mantienen aún más viva la fiesta en toda su esencia. Y, sinceramente, también lo pasamos estupendamente.
Durante los últimos años, han venido a actuar a las fiestas de Riofrío diferentes grupos de pauliteiros de Portugal. ¿Qué piensas del folclore tan cercano a nuestra comarca?
Siempre es muy enriquecedor ver a grupos de diferentes sitios. Con ellos se puede observar la diversidad de instrumentos, de vestuario, de coreografías, etc., en general, te acercan a otra cultura, desconocida para muchos de nosotros a pesar de estar tan cerca. Lo mismo ocurre con otros grupos de música de nuestra provincia y es que nuestra cultura es tan rica que permite, según la zona, desarrollar y explorar una pequeña parte de los ritmos tradicionales y transmitirlos para que todos podamos gozar con ellos.
A veces se escucha que el folclore ha muerto o está a punto de morir, bien por el desinterés de los más jóvenes o porque aburre lo antiguo. ¿Qué piensas tú?
Es cierto que nuestra comarca está perdiendo población y también parte de su actividad económica. Yo, sin embargo, prefiero pensar que nuestros antepasados mantuvieron viva la cultura y el folclore para que nosotros hayamos podido disfrutar de ello. Y eso en medio de grandes dificultades, como a nadie se nos escapa. Ahora está en nuestras manos luchar todos juntos para conseguir que bailes, músicas y otros elementos de nuestra cultura alistana se mantengan durante mucho tiempo.