Xosé Henrique Bazal, Secretario de la Asociación Rapa das Bestas

 “La tradición Rapa das Bestas es un deber y el mayor orgullo que podemos tener” 

Xosé Henrique Bazal, secretario de la Asociación Rapa das Bestas

Rapa das Bestas es una tradición centenaria de la parroquia gallega de Sabucedo (Pontevedra), conocida entre los antropólogos y estudiosos de los cinco continentes.  Cortar las crines a esta vieja raza de caballos es solo un símbolo de los cuidados que se prolongan a lo largo de todo el año. Conserva la pureza ancestral de la fiesta y los aloitadores se enfrentan a los caballos, de igual a igual, sin utilizar cuerdas o palos. Xosé Henrique Bazal, prototipo de la noble y peligrosa lucha con las bestias, lo lleva en la sangre. Se incorporó al rito con 6 años y más de cuatro décadas después nunca ha faltado a la cita. Este año el coronavirus ha desplazado su celebración. Los vecinos han decidido no bajar los caballos al pueblo ante la falta de condiciones de seguridad.

Isaac Macho

Una pandemia nos lleva, curiosamente, al origen de la Rapa das Bestas. ¿Cómo surgió?

La tradición oral, contrastada con algunos hallazgos, nos relata que una peste estaba asolando la zona allá por el siglo XVI. Unas ancianas del lugar, ante el miedo a perder la vida,   hicieron una promesa a San Lorenzo, patrón de Sabucedo. Consistía en que si el santo les salvaba de la peste, entregarían su par de yeguas (bestas) a la iglesia. Transcurrido el tiempo, la peste pasó y las ancianas sobrevivieron por lo que cumplieron su promesa y  entregaron al párroco los dos caballos. El párroco, que no podía hacerse cargo de las mismas, los soltó en el monte y pidió a los vecinos que al menos una vez al año habría que ir a buscarlas, bajarlas al pueblo para cortarles las crines y recontar las crías si las hubiere. Este es el origen de  este acontecimiento único según la tradición, si bien es sabido a través  de los petroglifos, que en estas sierras había caballos salvajes desde hace más de 8000 años.

¿Qué significa este rito para los vecinos?

Desde muy pequeños, esta tradición es el acontecimiento más importante del pueblo, aprehendida e interiorizada como un deber y como el orgullo más grande que podemos tener.  Estamos un año entero trabajando para cuidar a los caballos, que finaliza con la Rapa y al finalizar, vuelta  a empezar. En el fondo, esta fiesta es la celebración al trabajo duro y bien hecho. La Rapa requiere de muchos meses de tarea colaborativa y altruista, no es posible realizarla de forma individual. Esto supone una manera de vivir y sentir diferente a esta sociedad tan materialista e individualista. Somos conscientes de ello y sabemos que es justamente esta tradición la que hace que la aldea sea más dinámica y resista la despoblación creciente en la zona. Así que la cuidamos con mimo.

¿Qué características singulares poseen los caballos?

Estos caballos son muy especiales y tienen unas peculiaridades propias que les permiten vivir en unas condiciones extremas, con largas temporadas de lluvias, nieve, poco alimento…  Según el zoólogo Felipe Bárcena, estudioso y máxima autoridad en  esta especie, no deberíamos llamarlos caballos, ya que ese nombre equivaldría a los caballos domésticos actuales, sino más bien habría que denominarlos Garranos, como se les conoce en Portugal, y Bestas en nuestra zona, es decir, los antecesores de los caballos.  Viven en zonas montañosas y parte de su alimentación la confieren los tojos,  una parte de la dieta es por lo tanto leñosa. Su cuerpo es más alargado y las patas más cortas y fuertes que las de los caballos normales, también presentan un pelaje más espeso. El centro de gravedad más bajo les permite moverse con soltura en terrenos escarpados,   pedregosos y entre los grandes matorrales. Algunos presentan un espeso bigote que les protege al alimentarse de los tojos. La cabeza es grande, con un cuello corto y fuerte y orejas pequeñas. Son territoriales y mantienen fuertes lazos entre sus miembros, siendo un único garañón o macho el que domina a la manada.

Curro lleno de bestas, abarrotado de público.

¿De quiénes son propiedad los garañones y las yeguas?

Al menos en la Rapa de Sabucedo, en su origen, los caballos pertenecían a la Iglesia, que gestionaba los ingresos que se generaban por la venta de los potros machos y de las crines  que en su día se subastaban para luego hacer cepillos, colchones… A mediados del pasado siglo se fomentó que los particulares tuvieran también bestas en el monte para motivarles a subir al monte a controlar las manadas. A principios de este siglo XXI, la Xunta de Galicia sacó un decreto por el que obligaba a tener identificados con microchip a las bestas y también a tener un seguro por lo que los particulares en masa se han deshecho de sus bestas siendo la Asociación Rapa das Bestas la que es propietaria de la mayor parte de ellas. Hay que decir que ahora la Iglesia ya no tiene bestas siendo en la práctica casi todos los ejemplares de la asociación y de manera residual algunos particulares conservan algunos individuos. Los garañones son todos de la asociación, aunque muy pocos, uno por manada.

¿De qué forma afectan los incendios forestales a la conservación de las manadas?

Afectan gravísimamente al hábitat, quitándoles amplias zonas de alimento. Los fuertes incendios del verano pueden quemar la tierra hasta dos metros de  profundidad, desolando totalmente el terreno, que no volverá a regenerarse hasta pasados varios años. En 2006, murieron dos manadas completas atrapadas por las llamas, unas 50 unidades. Además el terreno en el que se movían tardó años en proporcionar alimento de nuevo y a día de hoy es absolutamente impracticable. No creció la hierba y a cambio surgieron grandes matorrales que han cerrado el terreno totalmente a los grandes mamíferos de la zona. Un desastre. Además se trata de un ecosistema muy sensible con muchas turberas, auténticas catalizadoras de CO2 que al ser destruidas, arruinan también el hábitat de otros muchísimos seres vivos, no solo el de las bestas.

¿Quiénes son los encargados de vigilar las bestas? 

Durante el año, somos los vecinos de Sabucedo los que subimos al monte a hacerles el seguimiento.  Recogemos a algún ejemplar que pueda estar herido, a crías que se quedan solas; hacemos recuentos y controlamos los ataques del lobo aunque es cierto que resulta muy difícil en una extensión tan grande. También recogemos a los animales que entran en propiedades privadas a lo largo del invierno cuando las cosas se ponen difíciles por la escasez de alimento y la necesidad de encontrar resguardo durante los temporales.  Aunque pudiera parecer que hay excesivo control, la realidad es que las bestas viven completamente libres durante todo el año siendo muy escasas las interacciones con humanos.

¿Existe el furtivismo en la zona?

Por desgracia es una realidad casi diaria. Por más que se ha denunciado no parece que se vaya a solucionar de forma inmediata, más bien lo contrario. Cada año nos roban no solo crías jóvenes, también bestas adultas. Tenemos muchos datos de cuatreros que actúan en la zona, pero no es fácil demostrarlo ya que hay que presentar pruebas y los cuatreros trabajan de noche, son escurridizos. Con todo, no nos cabe duda de que antes o después irán cayendo. 

Los caballos bajan del monte al curro acompañados de vecinos y visitantes. Fotografía: José María Barroso

¿Ha presenciado en alguna ocasión la lucha entre garañones? 

Muchas veces, aunque cuando más se producen estas contiendas es cuando se les priva de libertad y coinciden varios garañones con bestas cerca. Todos luchan por ser los líderes de la manada y en alguna ocasión solo por proteger a sus bestas. En libertad también he presenciado estos enfrentamientos, pero son más rápidos, normalmente el macho de la manada el que mantiene la posesión de las bestas y el territorio, obliga al macho agresor a retirarse. Estos casos son muy escasos. Siempre que podemos tratamos de evitar las peleas de machos para que no se hagan daño. En la celebración de la Rapa, que es el único momento del año en que les privamos de libertad durante dos días, estamos atentos para separarlos lo más posible.

¿Cómo se programa la bajada de los animales al curro para juntarlos y proceder a cortarles las crines?

Cada año,  el primer viernes de julio, vecinos y visitantes subimos al monte para juntar  a las diferentes manadas que luego conduciremos al pueblo, donde se celebran los populares curros. En el monte, nos organizamos en cuadrillas dirigidas por algún mozo del pueblo que se distribuyen en diferentes puntos para rodear a las manadas. En esta estrategia, fijamos un punto de encuentro a donde van llegando los mozos con las bestas. Cuando las hemos reunido a todas, las bajamos al pueblo. Durante la jornada, alguno de los mozos puede recorrer más de 50 km., dependiendo de la condición física que tenga cada uno. La bajada es espectacular y todos sin excepción tienen que aportar su grano de arena para que las bestas no se escapen. La técnica es hacer un cordón alrededor del grueso de las manadas y siempre muy atentos a quién tenemos delante y detrás sin dejar huecos. Quienes mejor condición tengan y más conozcan la zona irán delante dirigiendo al grupo. En los laterales se colocarán los visitantes y otros mozos del lugar que son los que vigilan que nadie pierda el sentido de lo que tenemos que hacer. Detrás se situarán los niños y los que peor condición física posean. 

¿Cómo es el momento de la comida en el monte en el que visitantes y agarradores compartís las viandas?

Al monte se sube normalmente con un bocadillo atado a la cintura y una botella de agua o una bota de vino, desafortunadamente, ya quedan pocas…  Cada vez son más frecuentes las mochilas con el avituallamiento: fruta, barritas energéticas, bocadillos, etc. En el punto de encuentro se habilita un bar que hace bocadillos calientes  a base de chorizo, tortilla… y bebidas frescas. A medida que van llegando los grupos se van  tumbando a la sombra y se reponen fuerzas. Vecinos y visitantes compartimos, sentados en el suelo, esa ocasión para reponer fuerzas. Realmente es un momento placentero mientras  observamos a las bestas que acabamos de traer. 

¿De qué manera vivís los protagonistas el trabajo y el cuidado en los curros, máxima expresión de la fiesta?

Los curros son la parte más llamativa, la que miles de visitantes vienen a presenciar cada año, la que ha levantado el interés de antropólogos y otros estudiosos y sobre todo de fotógrafos que llegan desde todo el mundo. Para los vecinos es un día de trabajo, una responsabilidad y continuar con un legado que pasa de padres y abuelos a hijos y nietos… No voy a negar que para nosotros, a pesar de ser un día de trabajo, es el día más especial del año, el día por el que hemos peleado durante los últimos doce meses. Entrar al curro, recinto donde metemos unas 200 bestas para luego hacer nuestro trabajo requiere de una gran concentración y mentalización. No puedes tener miedo pero sí un gran respeto. Son momentos muy peligrosos y requiere tener todos los sentidos al 1000%. Debes evitar distraerte con el numeroso público, cámaras, televisiones…. Solo están tus compañeros, las bestas y un cometido que, para llevarlo a cabo, requiere una técnica muy depurada.

Los puestos de comida gallega están también presentes en la fiesta.

¿Cómo es esa lucha que calificáis de noble entre el caballo y los agarradores dentro del curro? 

En el curro de Sabucedo se respeta un viejo códido por el que solo tres agarradores -o como los llamamos nosotros, aloitadores-  pueden inmovilizar a un caballo. El objetivo es inmovilizarlo, no tirarlo a pesar de que alguna gente piensa que es al revés. Para ello, uno de los tres aloitadores salta sobre la grupa del caballo cabalgando a través del grupo de más de 200 bestas que hay en el curro. Un segundo aloitador agarra a la besta o al garañón por la cola para cansarlo y sobre todo para dirigirlo haciendo que evite los muros de piedra donde se pueden hacer daño el aloitador y el caballo. Un tercer aloitador sigue la galopada y en cuanto encuentra un hueco salta por un lateral para agarrar la cabeza de la besta pasando el brazo sobre la cabeza y agarrando con los dedos y la mano lo más posible de la quijada del garañón al tiempo que con el pecho o el hombro trata de tapar el ojo del animal por su lado. El aloitador que cabalga sobre la grupa se baja en ese momento para pasar el brazo por encima del brazo de su compañero agarrándose también a la quijada del caballo y tapando el otro ojo. Esto debería ser suficiente para detener al caballo pero a veces este lucha para liberarse hasta que una de las partes cede por agotamiento. En el momento de la inmovilización se acercan los rapadores, quienes cortan las crines con unas tijeras especiales, y también el veterinario que le administra un desparasitador. Jamás permitimos que sean más de tres los aloitadores, y la consigna es hacerlo lo más rápido posible y con el máximo respeto. Son abundantes los gestos de amor a los caballos, con caricias y abrazos al terminar el cuerpo a cuerpo con cada garañón o besta.

En este momento de la rapa, ¿corréis riesgos los mozos?

Sin duda alguna. Es muy fácil caerse y quedar bajo la patas de los caballos que se agolpan tratando de escaparse. También se producen patadas y golpes contra los muros de piedra. En el cuerpo a cuerpo es fácil salir lesionado. Lo que nunca sucede es que salga una besta o garañón heridos. Entre los compañeros nos cuidamos los unos de los otros para protegernos cuando uno cae al suelo o cuando lleva un golpe. También tenemos siempre dos médicos y un par de ambulancias porque los golpes son habituales en los aloitadores.

Háblenos de su experiencia personal…

Yo lo he vivido desde muy pequeño. Mi abuelo materno, que era aloitador, murió teniendo yo dos años y como mi padre no era del pueblo, a mí me enseñó un tío, el hermano de mi madre y también otros mozos del pueblo. Todos nos ayudamos. Yo puedo ahora corregir y darle indicaciones a muchos jóvenes aloitadores con poca o ninguna experiencia. De pequeñín ya entraba al curro para ayudar a apartar a los potros. Esto se hace para que no lleven golpes y lo hacen los niños del pueblo. Es la forma de ir perdiendo el miedo y aprender los códigos que mantenemos. Con apenas 15 años aloité por primera vez a una besta adulta y a partir de ahí a  muchas más. Además siempre he participado en las labores del cuidado, trabajando como la mayoría de los vecinos para tener los cercados preparados y otras labores. Desde hace unos años, también he estado dirigiendo la Asociación, que no solo organiza la fiesta, sino que rige el destino de las bestas diseñando las prioridades y tratando de conseguir los medios económicos para llevarla a buen puerto. Por ejemplo, obteniendo  fondos para desbrozar el monte y lograr pastos donde no los había o promoviendo un estudio con la Universidad de A Coruña y otras entidades para conocer y tener más información acerca de los diferentes movimientos de estos bellos animales, de sus hábitos y, en definitiva,  tratando de modernizar todo lo que tienen que ver con el manejo tradicional.

Aloitadora en plena faena de la rapa para inmovilizar al animal. Fotografía: Andrea Fernández

¿Qué habilidades tiene que tener un aloitador?

Aloitador puede serlo casi cualquiera, pero un buen aloitador debe ser como un lobo. Tiene un objetivo y se centra en conseguirlo pero con los sentidos muy atentos al entorno para evitar golpes, para facilitar a los compañeros que también puedan llegar. Debe abstraerse del ruido y de los focos, tener claras las normas no escritas de las que hablábamos, una depurada técnica y una perseverancia y una voluntad de hierro para no flaquear en los momentos más duros del cuerpo a cuerpo cuando las fuerzas pueden escasear. Son tres días de muchísimo desgaste físico y mental. Por otro lado, a mí me gusta decir que aloitador son todos aquellos que trabajan por mantener esta tradición desde muy diversos enfoques. A lo mejor no baja a la arena pero durante todo el año trabaja para conseguir subvenciones, mejorando la web, preparando presentaciones cuando las necesitamos o simplemente durante todo el año sube al monte a ayudar en las tareas de cuidado o construyendo los cercados. ¡Todos somos aloitadores!

¿Ha habido alguna mujer aloitadora?

Si, por supuesto. Son pocas, pero todos los años hay mujeres que dan el paso y participan en el curro. Es verdad que las protegemos más si cabe pero lo hacen igual de bien que cualquier hombre. La asociación fomenta la paridad en todos los órdenes, desde la directiva que está formada a partes iguales por hombres y mujeres hasta las labores del aloitador o aloitadora en el curro. 

¿Es cierta la leyenda que dice que nunca dejó de raparse a un caballo por fiero que fuese?

Jamás se ha dejado de rapar a ningún caballo. Si un aloitador es superado y ha de retirarse, otro lo hará por él. Jamás serán más de tres a la vez pero hasta que no se inmoviliza al garañón o a la besta no lo dejamos. Es cierto que nunca dejó de realizarse la Rapa. Incluso durante la Guerra Civil, fueron las mujeres las que acompañadas de niños y ancianos bajaron a los caballos para luego raparlos. Este será el año en que no se bajen al pueblo por el COVId 19, pero realizaremos las labores igualmente en el monte. Nos supondrá mucho mayor esfuerzo pero es lo que ahora mismo toca.

Separación de los potrillos en la que intervienen los niños, antes de comenzar la rapa. 

Después de tres jornadas de tanta intensidad, ¿cómo se siente un agarrador?

La verdad es que es durísimo. Además de la subida al monte para luego bajar a los caballos, hay que tener en cuenta las grandes distancias que recorremos, está el trabajo de los curros y no el menos importante desgaste de la fiesta nocturna…  Así que terminamos con mucho desgaste físico y mental y poquísimo descanso lo que te  lleva al cabo de 3 días a un estado lamentable: muchas magulladuras, mucho cansancio y, pensando en la próxima edición, poniendo ya el reloj a cero para empezar la cuenta atrás hasta que llegue la siguiente. Nada que no curen unos días de reposo y si se puede de playa.

La asociación Rapa das Bestas cuenta con un decálogo de principios de los aliadores y entre los valores destacáis la consideración de hermanos que tenéis con los caballos… ¿A tanto llega vuestro amor hacia ellos?

Es absolutamente cierto. Son muchos días los que pasamos a su lado. Nos pasamos todo el año pensando en cómo mejorar sus pastos, a veces, nos dedicamos a  buscarlos porque se han desplazado a raíz de algún temporal de viento y lluvia. Cuando pasa lo peor del invierno y llega la primavera, sabemos que llegan también los potrillos y en ese momento surge una eclosión de vida y colores en su hábitat. Subir al monte a  observarlos es un auténtico placer. Tampoco se paga con dinero el estar pendientes de mejorar sus condiciones de vida, siempre en régimen de libertad. Por un hermano haces lo que está en tu mano por ayudarle. Pues eso es lo que hacemos por ellos.

Sabucedo es el centro más conocido de este tipo de tradiciones en Galicia, ¿por qué?

Si, la de Sabucedo es la más conocida, está  declarada Fiesta de Interés Turístico Internacional desde el año 2007 pero en Galicia existen otras muchas Rapas, cada una con sus peculiaridades. La de Sabucedo se diferencia del resto en que no tiene una tradición ganadera en el sentido de vender o comprar bestas, se hace por una tradición que se va trasmitiendo de generación en generación y que mantenemos. Detrás de esta fiesta no se esconde ni un negocio o un beneficio derivado de la venta de las bestas, esto no lo hacemos. Igual que llegan al pueblo, en libertad, vuelven al monte de nuevo en las mismas condiciones. También se distingue por la técnica utilizada: en Sabucedo no se permiten cuerdas ni palos. Me parece importante destacar, además, que estas bestas, distribuidas por todo el territorio de Galicia, conforman la última gran manada de caballos salvajes del mundo. Otros ejemplos de caballos salvajes que hay por el mundo son los de Mongolia que desaparecieron en su día y se han vuelto a reintroducir.  Pero en el caso de Galicia y norte de Portugal se mantienen desde su llegada. El registro fósil de estos “Equus Ferus” se remonta de forma ininterrumpida al  Pleistoceno Medio. De los más de 20000 ejemplares que estaban registrados a principios del siglo XXI, la cifra actual rondará los 8000 debido a la escasa protección y a las normas introducidas por la administración.  En la actualidad, podemos considerarlos como una especie en peligro de extinción.

Terminamos como empezamos, con la pandemia del coronavirus. ¿También a vosotros os ha modificado vuestra hoja de ruta?

Sin duda alguna, este año no bajaremos los caballos al pueblo, es una decisión tomada por los vecinos en una asamblea al no poder garantizar las condiciones de seguridad necesarias. Basta que las bajemos para que se acerquen miles de personas y no podemos permitirlo. En el pueblo vive mucha gente mayor que es más vulnerable. Así que este año no haremos la fiesta en el pueblo pero subiremos igualmente al monte y allí trabajaremos para desparasitar y marcar con el microchip a los nuevos potros. Esto nos supondrá un esfuerzo mucho mayor pero ahora mismo es lo más justo y necesario.

Aloitador montado sobre la besta a la espera de que acudan el resto de compañeros. Fotografía: Alfonso Maseda

Toda la información sobre esta ancestral tradición: rapadasbestas.gal/es/