Jesús Ángel Santiago González, Folclorista

“El folclore comprende la forma de vida de un pueblo”

Jesús Ángel Santiago

La biografía de Jesús-Ángel Santiago González casi no podía ser otra con bisabuelos, abuelos y padres tan aventajados en afectos a las tradiciones, con historias personales tan pegadas a la tierra alistana y a las gentes de Riofrío y Riomanzanas. Desde que le salieron los dientes –incluso antes-, él ya le daba arte al movimientos de los pies y percibía en los más cercanos esa emoción particular e intransferible que mueve los hilos de la sensibilidad musical. Aunque no ha tocado el lienzo de la profesionalidad, ¿se le puede pedir más a alguien que ha recorrido tantos caminos, que ha tocado en tantas plazas, que ha visitado tantas escuelas de maestros artesanos del folclore, que espera gozar de ratos libres para meterse en su taller y construir instrumentos musicales?

AINHOA BLANCO y ALMUDENA ANTÓN

¿Qué fue lo que te llevó a interesarte desde tan pequeño por el folclore y los aspectos relacionados con la música tradicional?

Creo que estaba predestinado a ello…, la casualidad ser de esta tierra y nacer en el seno de unas familias en las que la música tradicional está y ha estado siempre muy presente. Por parte de la familia de mi padre, de Riomanzanas de Aliste, siempre les gustó la música. Eran los primeros en cantar la ronda y arrancar “la alboriada” el día de la fiesta. Mi abuelo Eugenio solía estar estar al lado del gaitero u orquesta y también muy dispuesto en salir a bailar enseguida. Cuenta mi padre, que junto con su hermano que vivía en Villarino Manzanas, abrían el pasacalles el día de la fiesta: mi tío tocaba el acordeón diatónico y mi abuelo acompañaba con la percusión: botella de anís o algún hierro de acompañamiento.

Y por parte de mi madre, ¡qué os voy a contar¡ siendo bisnieto del ti Antonio González y nieto del ti Francisco González, Colorao  y la ti Severina. El bisabuelo Antonio dominaba con mucha soltura y a la perfección todo el tema de la música litúrgica y no le hacía de menos a rondas, coplas y romances de la tierra. Era una eminencia en cuanto a memoria y tenía una voz prodigiosa. A menudo le recuerdo trabajando la madera en el banco de carpintero y con alguna canción entre los labios. Por parte de mis abuelos maternos más de lo mismo. Les encantaba el baile tradicional, “el baile, a lo de aquí “ me decía la abuela Severina. Mi abuela era una gran bailadora, y junto con su hermano el ti Toribio, les reconocieron la labor de grandes bailadores en numerosos certámenes de jotas el día de la fiesta con su placa conmemorativa. Recuerdo al abuelo siempre con alguna canción en sus labios durante las faenas del campo, especialmente, en las labores del acarreo o la trilla, “la ronda de la palomita blanca…” En casa, la aprendimos todos. Con todo este caldo de cultivo por casa, unas pinceladas de curiosidad por mi parte y amor por esta tierra y sus gentes,  creo,  y no me equivoco,  que me llevaron a amar nuestro folclore.

Sabemos que eres un gran coleccionista de instrumentos tradicionales. Además de la gaita, ¿cuáles de ellos tocas?

Colecciono gaitas, sobre todo, del noroeste de España. Cuento con varios modelos y de diferentes constructores de las zona de Asturias, Galicia y Zamora (Sanabria, Aliste y La Carballeda), así como de Portugal, Francia, Escocia, Alemania, Bulgaria y Túnez,  toda una pequeña representación de gaitas de fole.  País que visito, si se toca alguna gaita, gaita que suele venir para casa. También dispongo de flautas traveseras barrocas y más tradicionales (irlandesas o requintas gallegas), sin contar otros modelos de flautas de tres agujeros tradicionales de Aliste, Sayago, Salamanca, Cáceres, León y Huelva. Por cierto, unos de los instrumentos más curiosos son las gaitas de cuerpo de ala de buitre, tambores alistanos de Sayago, sanabreses, maragatos de León, panderetas,  panderos,  castañuelas, rabeles, cavaquiños, ukeleles, zanfonas tradicionales ibéricas y otras más renacentistas. Puestos a coleccionar tengo hasta una pequeña colección de acordeones diatónicos alemanes, franceses e italianos, además de una pequeña colección de castañuelas, hueseras y requereques… En cuanto a tocar, me apaño con la gaita de fole, la flauta y el tamboril, la zanfona y algo el rabel. Respecto a percusión, hago sonar el tambor, la pandereta, el pandero cuadro y las conchas. Ahora estoy con algo de acordeón diatónico.

Hace unos años te dedicaste a la fabricación de instrumentos musicales.  ¿Continúas con esta labor? ¿Qué instrumentos realizas?

Sí, en los ratos libres aún sigo construyendo… Calculo que llevaré unos 10 años metido de lleno en este mundo de la construcción de instrumentos. Comencé fabricando las palletas para las gaitas nada más comenzar a tocar hacia 1993. En realidad, tuve la suerte de contar con un buen maestro ya que el ti José Vicente me ayudó mucho en esta materia. Él conservaba bambú de cuando tocaba la dulzaina y se hacia él las cañas. En un par de tardes sacamos 4 o 5 palletas para la gaita. A finales del siglo pasado, hice un curso de construcción de palletas organizado por el CFM en la Universidad Laboral de Zamora a cargo de José Luis Carballo Enríquez. En 2011, empecé otro curso de construcción de rabeles con el maestro Luis Payno y Juanma Sánchez en La Pedraja de Portillo (Valladolid). Allí construimos un rabel palentino, modelo Alto Campoo. Ese mismo año, estuve en Orense en unas charlas sobre construcción de gaitas y zanfonas impartidas por OliXiraldez y   Xaneco,  charlas que se impartieron   dentro de la exposición  vida y obra de Faustino Santalices, organizada por los hermanos Félix y Castor. La verdad que regresé a casa encantado y con mucha bibliografía e información de maderas, planos y herramientas sobre construcción de instrumentos de gaitas y zanfonas.

En esa fase formativa, también llevé a cabo talleres de construcción de panderos cuadrados, impartidos por Samuel Villarrubia, gaitero y flautista del Grupo Palentino Carrión Folk. Finamente, en 2015 llega un salto cualitativo ya que me inicio en las clases de torneado de madera con el maestro artesano, Alfredo Fernández Romero, en Contorno Aficiones Creativas en Santa Cristina de la Polvorosa (Zamora) donde también tuvimos varios talleres de construcción de instrumentos: tambores y rabeles. Durante esa actividad, tuvimos la oportunidad de conocer el curtido de pieles, y en cuanto a los rabeles, construimos varios modelos de rabeles cántabros, leoneses, palentinos y recuperamos el modelo de Porto de Sanabria de la mano del profesor Alfredo, junto a mi gran amigo, Juan Manuel Yéboles.

Tiempo andando en clase de torno y con los planos de un modelo de gaita muy  antigua alistana  -calculamos que andará entorno a los  120 años para arriba, facilitada por Pablo Carpintero-, he estado reproduciendo esa gaita aunque aún me queda alguna pieza para acabarla. Con la pandemia del Covid he tenido varios parones aunque he aprovechado para fabricar y conseguir las herramientas necesarias para mi taller y mi torno al objeto de seguir con la construcción de instrumentos en casa.

Jesús-Ángel Santiago en un taller construyendo rabeles

¿Cómo fue para iniciarte en el oficio?

Pues quizás por curiosidad, por intentar avanzar y ahondar en la música y en el propio instrumento, eso quieras o no  te lleva a la forma de fabricación. Cuando te gusta un instrumento musical, siempre tiendes a sacar el máximo partido de él tocando y ampliando repertorio; otras veces investigando y aprendiendo sobre los entresijos de su construcción. La primera vez que vi trabajar y asistí al momento de fabricación de una puntera fue en 1994, de la mano de Vitoriano Vega de La Torre de Aliste. Tuve la oportunidad de entrar en su taller y verlo trabajar en varias ocasiones. Le habían encargado una puntera alistana en Urz y me permitió charlar mucho con él y aprender en esas visitas. En mis conversaciones con  grandes  gaiteros de la tierra (Víctor Junquera; Serafín y Francisco Ríos; Valentín Ríos de la Torre de Aliste; Jaime Álvarez de Riomanzanas de Aliste  y gran conocedor de la gaita y  tocador de Releixo, además de gran artesano de la madera;  Esteban y Luis gaiteros de Cabañas de Aliste; Francisco Baladrón de Val de Santa María, gaitero y gran artesano que fabricaba sus propias gaitas, a los que hay que sumar a  Feliciano Prieto de Zamora. entre otros), solían hablarme de los tipos de madera para la fabricación de gaitas, de cómo se hacían las herramientas para el torno,  de cómo se torneaba  y luego en casa, en numerosas ocasiones,  charlando con el ti Toribio y mi abuelo, conocido como Colorao, me daban nociones e información de cuando los mozos construian los tambores, cómo curtían  las pieles… La verdad es que siempre tuve curiosidad por aprender a construir y fabricar instrumentos. Siempre me fijaba cómo trabajaba la madera mi abuelo Francisco y mi bisabuelo Antonio, verdadero artesano autodidacta. Desde pequeño me encantaba siempre andar liado con el cepillo, la garlopa, escoplos, barrenas, serruchos y demás herramientas. Me fascinaba experimentar al lado del banco de carpintero…

¿Qué es para ti el folclore, y en especial el de Aliste?

¡Difícil pregunta! Ni los grandes gurús del tema y especialistas se ponen de acuerdo en ello, cuanto menos uno de ciencias… Para mí, el folclore comprende la forma de vida de un pueblo o de una comunidad, desde costumbres de la vida, el día a día en los trabajos, faenas agrícolas, artesanales, ganaderas, etc., todo tipo de creencias, ritos paganos y religiosos, músicas y danza…, toda la cultura con el nexo de la trasmisión oral mantenidas por la tradición de todo el pueblo.

Nos consta que has formado parte de numerosos grupos de música tradicional, ¿Cuál de ellos ha significado más para ti?

Principalmente, he estado unido a mi hermano Manuel Antonio tocando el tambor. Íbamos a fiestas, bodas y romerías de media contorna alistana, Portugal, La Carballeda y Sanabria. Grupo como tal, no he tenido. He sido más de asociarme musicalmente hablando. En su día, pertenecí a la Asociación Cultural Tradición y Música Popular de Zamora, Asociación de Gaiteros Zamoranos y en 2011, junto a varios amigos y músicos de flauta y tamboril como Mónica Castelo, Emilio Formariz y Juan Antonio Puente, creamos la Asociación de Tamborileros Zamoranos. El último proyecto en el que estoy metido ha sido el unirme al grupo Liara junto con Marta Serrano y mi gran amigo Juan Manuel Yéboles. Liara es una asociación que nace para investigar etnomusicológicamente las tradiciones musicales de la península ibérica, centrada en el conocimiento de cantos, cuentos, romances e instrumentos musicales, así como otras muestras de saberes populares. El objetivo de todo ello es difundir los conocimientos adquiridos como una actividad necesaria de interés general y compartir este patrimonio con la gente de la cultura, así como devolver a la sociedad aquello que ha invertido en nosotros. Otros de los fines de Liara  son la reproducción de  instrumentos musicales tradicionales  para su conservación, fomentar la música tradicional y de raíz, así como la indumentaria tradicional. Evidentemente, la actividad que más ha significado para mí es haber estado con mi hermano, Manuel Antonio. Fueron unos comienzos muy emotivos, con él formé el primer grupo, tuvimos una muy buena acogida tanto en Riofrío como en todos los pueblos de los alrededores donde nos llamaban a tocar en fiestas, bodas y eventos señalados. Desde luego, ahora valoro mucho más su ausencia y su recuerdo va constantemente conmigo.

Jesús Ángel Santiago con su hermano, Manuel Antonio, en la fiesta de Riofrío, año 2004

El folclore es algo que se va perdiendo con el tiempo en zonas pequeñas como Aliste.  ¿Crees que su inclusión en ritos como Los Carochos ayudará a preservar estas tradiciones?

Es evidente que la forma de vida cambia. Ya no se canta, no se aprenden canciones ni coplas, no hay una memoria colectiva musical, ya no se bailan tanto las antiguas melodías. Pero, quizás, tampoco tengamos que pensar que se van a perder a corto plazo. Yo pienso que se adaptará a los nuevos tiempos que toquen vivir de una u otra manera, como lo ha venido haciendo a lo largo de la historia. Sin ir más lejos, la gaita es un instrumento antiguo, muy antiguo, pero se ha venido adaptando a los tiempos actuales hasta llegar con estas escalas musicales y esa morfología hasta nuestros días. Hay una evolución permanente a través de los siglos. Evidentemente, esas melodías al estar incluidas en un ritual como Los Carochos, que se celebra cada año, esa llama se mantendrá viva y permanecerá en la memoria colectiva de todo el  pueblo más tiempo. Sin duda, esto ayuda mucho a su preservación. 

Continuamos con ese asunto. Actualmente, para realizar tradiciones como Los Carochos y otras festividades del pueblo siempre soléis ser los mismos los que tocáis y cantáis. ¿Crees que va a ser posible que las nuevas generaciones mantengan esas tradiciones?

Yo soy muy optimista, creo que sí. Es evidente que al estar introducidos en un ritual, que los más pequeños van a ver y sentir como algo suyo, de su gente, de su pueblo, permanecerá más años en la memoria colectiva. Esa transmisión oral de ritos y costumbres, símbolos, cantos y ritmos que antes comentábamos y que los pequeños verán, aprenderán a seguir realizando y lo que es más importante seguirán  trasmitiendo a generaciones venideras. Tengo la corazonada de que vamos por el buen camino y que se están haciendo las cosas bien. Tenemos jóvenes que tocan y bailan. Contamos con ejemplos como Gonzalo, Esther y su hermana Laura Vara, Roberto del Río, Claudia y su hermano Gerardo Morán, Ismael, y también vosotras mismas. Y eso por citar algunos casos.

Baile el día de la fiesta en Riofrío de Aliste, año 2002

Conun padre tan involucrado en el folclore y la música tradicional, ¿piensas que tus hijos continuarán con esa pasión?

Pues aquí también soy optimista: a mis hijos les ha gustado mucho la música desde pequeños. Hay que tener en cuenta que desde que andaban a gatas les he puesto música de todo tipo, claro que las más habituales han sido la tradicional y mis grabaciones de campo. El niño es más de tocar los instrumentos, aunque también disfruta con la percusión y las gaitas. De hecho dice que una que tenemos en casa es suya. La niña, en cambio, parece que tiene más interés por la danza y es que le gusta muchísimo el baile como buena alistana y dentro de esta modalidad, elige la jota y el Repasseado portugués. Alguna tarde nos lo pasamos en grande bailando. Los dos aprendieron muchas canciones desde pequeños, entre ellas, Marianita que la, cantan casi entera, La palomita blanca y también una habanera asturiana que les encanta, La capitana. Siempre se dormían con ella.

¿Consideras que los alistanos se sienten orgullosos de sus tradiciones? ¿Y tú en concreto?

Creo que sí, los alistanos somos gente muy aferrada a nuestra tierra y a nuestras tradiciones. Desde mediados y finales de los 80, ha habido un resurgir por los aspectos tradicionales, por valorar todo lo nuestro, en parte, por la falta de identidad producida por el desinterés en décadas atrás. Hubo una época en los años 50 y hasta finales de los 70, no solo en Aliste, sino en el resto de España en la que no se valoraban este tipo de cosas porque se consideraba que estaban fuera de moda. En aquellos momentos, la costumbre dominante se fijaba en que el folclore y la música de raíz eran hábitos de viejos, estilos de vida caducos y, por ese motivo, se buscaban los aspectos modernos de las modas musicales y nuevos estilos de vida. Lógicamente, esa forma de pensar llevó a una pérdida de identidad de los ciudadanos en relación con los orígenes y con sus lugares de nacimiento, algo que afortunadamente ha revertido.

Yo, desde luego, estoy orgullosísimo de mis raíces alistanas allá por donde voy.  Llevo a Riofrío de Aliste y a Zamora por bandera. En todos los lados donde he estado siempre me conocían por “el alistano” o “el zamorano” y a mi alrededor nunca han faltado flautas, tambores y gaitas. En los lugares donde he estado, todos los compañeros que me rodeaban sabían situar a Aliste y Zamora en el mapa lo que se ha supuesto también que visitaran estas tierras.

Romería en Petisqueira, Portugal

¿Tienes algún recuerdo especial de algún lugar o de alguien producido por alguna canción folclórica de tu tierra?

Las canciones siempre van muy ligadas a vivencias y recuerdos. Mencionaré algunas. Tengo especial cariño a las canciones Rosita de Alejandría, En Madrid hay una niña y Marianita  cantadas  por la ti  Eufemia y tocadas al tambor y cantadas  por la ti Julia en mi primera grabación en cassette, un año nuevo de 1988 en la fiesta de Los Carochos en el baile del Sagrao. Aquel día pasamos una tarde estupenda entre canciones, risas y chascarrillos. Allá por 1990, cuando el grupo Habas Verdes sacó su primer trabajo, en él, hay una ronda Vengo de Santo Domingo  tocada a gaita por Alberto Jambrina y cantada por Argimiro Crespo. Esta pieza me lleva el recuerdo a mi familia  deRiomanzanas, a ese sabor a fiesta y alborada acompañado por el sonido de gaitas, tambores, gadaños y los cohetes. Qué curioso, en Aliste la fiesta casi siempre iba regada con pólvora. Otra ronda como La palomita blanca siempre la asocio con mi abuelo Colorao, siempre codo con codo con él. En el campo era la que más entonaba.

Encuentro con los gaiteros Ramiro, Pío Boyano, Desiderio y Javier