El Día Grande de Los Carochos

Sol radiante para celebrar un año más la tradición de Los Carochos 2020.  La intensa niebla que cubría la mayor parte de la provincia y la zona exterior de la Sierra de la Culebra, sin duda, desanimó a algunos visitantes a acercarse hasta Riofrío para seguir la obisparra.

Fotos: Beatriz Antón, Lucía Blanco y Raúl Fernández

La salida de los Diablos

Los once personajes de la manifestación festiva brillaron con luz propia a lo largo de la jornada del Día del Año. En esta edición hubo un aliciente especial: los dos diablos estuvieron protagonizados por los hermanos David y Daniel Casas Brizuela, Diablo Grande y el Chiquito, respectivamente.

Tras la salida rápida de los dos diablos, y del paso de Los Guapos, la comitiva dirigida por El Molacillo y El Gitano se detuvo a las puertas del Sagrao para informar a la autoridad de sus pretensiones. Este control rutinario sobre las intenciones de los joviales personajes demoró por unos minutos la marcha de carruaje, animales y conductores. El enfrentamiento gracioso derivó, incluso, en una pequeña hilaridad sobre la situación política catalana que sirvió para que el público cercano soltase carcajadas de complicidad.

El bautizo del niño –de nombre Luis, en esta ocasión-, y las peleas fueron seguidos por un nutrido número de personas que se afanaban por ver de cerca los movimientos de las estrafalarias y llamativas figuras que componen este rito alistano de iniciación cargado de elementos mágicos.

El Bautizo del Niño

Como es habitual, las diferentes escenas que tuvieron lugar en la plaza del Sagrao entre Molacillo, Gitano, Ciego de Atrás, El del Lino, los diablos, la Filandorra y en algún caso, los propios espectadores que fueron invitados a participar en el desarrollo de las diferentes acciones sobre este escenario público, mantuvieron la atención de propios y extraños hasta que El Molacillo dio por concluidas sus pícaras canciones, en un caso, jocoso en otro, y que fueron coronadas con un aplauso de los congregados.

El Gitano (izquierda) y el Molacillo (derecha) intentando reanimar al Ciego de Atrás (centro)

Otro de los momentos más esperados por parte del público tiene lugar al atravesar los diablos el cauce del río. Numerosas personas situadas sobre el puente, listas con sus cámaras,  esperaron pacientemente la llegada de los dos protagonistas de la fiesta para contemplar el paso por sus cristalinas y tranquilas aguas. Este punto del recorrido concentra, año tras año, gran emoción entre los curiosos y aficionados que lo contemplan.

El paso del río

Cuando el reloj marcaba las cuatro de la tarde, se inició el baile popular junto a la iglesia en el que participaron jóvenes y mayores, mezclados con varios de los intérpretes de la función entre los que no faltaron tampoco los dos carochos ofreciendo chorizo a los asistentes en una escena de fuerte simbolismo colectivo, de agradecimiento.

El baile del Sagrao

Al filo de las once de la noche los componentes de Los Carochos daban por terminada esta nueva edición de la fiesta declarada de Interés Turístico de Castilla y León en 2002, una vez visitadas todas las familias del pueblo deseando Feliz Año a sus vecinos y recogiendo el aguinaldo que les entregaban.