Dani Blanco: La Obisparra en Birmingham

En España tenemos un tejido multicultural increíble del que otros países carecen

Daniel Blanco, compositor, se considera un ciudadano del mundo comprometido con las tierras que le vieron crecer y que le ayudaron a formarse como persona. Casualidades de la vida, un día vio una exposición en su pueblo que acabaría cambiando su destino porque tiempo después le sirvió para estrenar en Birmingham una ópera basada en la Obisparra de Riofrío. Con gran éxito, por cierto.

¿De dónde procede Daniel Blanco Albert?

Procedo de Valencia, pero mi padre es de Salamanca, mi abuelo era de aquí de Palazuelo de las Cuevas y mi abuela de Villanueva del Campillo, cerca de Béjar. La familia de mi padre vivía en Salamanca, la de mi madre en Valencia. Mi padre se fue a estudiar arquitectura a Valencia y por eso yo soy de allí.

¿Pasabas muchos veranos en Palazuelo?

Sí. Yo no conocí a mi abuelo, pero mi abuela le puso mucho mimo a la casa de Palazuelo de las Cuevas y pasaba en ella los veranos coincidiendo con las vacaciones cuando mis padres y yo veníamos a visitarla. A Salamanca veníamos también varias veces al año.

Y ¿cómo conociste Los Carochos?

Los conocí el verano anterior a irme de Erasmus a Birmingham. Por casualidad me topé con una exposición fotográfica en la escuela del pueblo. La exposición trataba sobre las tradiciones de Aliste y recogía todas las mascaradas. Me quedé prendado con ellas. Hasta ese momento, yo no tenía ni idea de estas fiestas de invierno porque yo venía solo en verano y aquí en Palazuelo no quedan restos de la tradición. Así que empecé a investigar, le pregunté a mi tía Nunci  (de Riofrío) y ella me contó más sobre los Carochos. A partir de ahí dejé el tema de Los Carochos un poco apartado aunque seguía manteniéndolo en mi mente. Hice el Erasmus en Birmingham y durante el primer año todo fue normal. Me becaron y me prolongué allí mi estancia durante más tiempo. Al llegar al cuarto año de carrera cambiaron las cosas porque allí es totalmente diferente: básicamente tienes que crear tu propio proyecto profesional de la nada y, al llegar a ese instante, pensé que esta era la ocasión perfecta para  trabajar con todo aquel material que había encontrado sobre las mascaradas.

¿En qué consistía el proyecto?

Pues en una especie de ópera pero sin la parafernalia a la que estamos acostumbrados. Quería quitarle esa grandiosidad y hacerla más basta, más tradicional, y presentarla de manera directa, sin ningún tipo de artificio, con una orquesta detrás y con esa música basada en las canciones tradicionales de Aliste igual que hace 500 años.

La Obisparra en Birmingham

 ¿Entonces la composición es tuya?

Sí, es una composición mía, de una hora de duración aproximadamente. Se basa en las canciones tradicionales de la zona, canciones de todo tipo: de siega, de navidad, de verano, de pascua, bailes llanos, jotas… Después de investigar sobre el tema,  comencé a trabajar con ellas y compuse una obra orquestal a la que superpuse la mascarada. En la composición, la música acompaña y le da soporte a la obisparra.

 ¿Incluye entonces todos los instrumentos que nos podemos encontrar en una orquesta?

Sí, eso es.

[ Escucha aquí toda la música original de la ópera ‘La Obisparra’ ]

¿Llevaste a los personajes de Los Carochos a Inglaterra?

Yo había comenzado a trabajar ese mismo año en música para teatro y pensé que con la experiencia que había adquirido en ese campo, tenía que montar la propuesta que venía  rondando en mi cabeza sobre Los Carochos. Algo que promocionara la música tradicional de la comarca de  Aliste y de otras zonas de Zamora. Quería hacer algo que reflejara todo ese rico patrimonio cultural pero sin el paternalismo que tiene a veces la composición tradicional. Pretendía crear una composición auténtica donde las melodías apareciesen tal y como son.

Y ¿cómo fue el resultado?

Yo quedé encantado y la gente de allí, alucinada. Imagínate una iglesia reconvertida en espacio cultural multiusos con 200 británicos a los que les presentas una adaptación de Los Carochos de Riofrío. Era gente que no sabía nada sobre el rito y les pones la mascarada, resumida en una hora de duración, con todas las partes de la obisparra. Por si fuera poco, hice que los personajes interactuasen con el público, con las tenazas casi tocándole la cara, y detrás de ellos una orquesta de 40 músicos interpretando música tradicional de una manera lo más realista posible. Fue inolvidable.

[ Aquí puedes ver un resumen de ‘La Obisparra’ de Dani Blanco ]

¿Los trajes te los enviaron desde Riofrío o los hicisteis en Inglaterra?

Los trajes me los enviaron desde Riofrío. Eso cambiaba todo completamente: piensa que puedes tener gente actuando, con la música de fondo, donde el protagonismo eran los personajes con sus extraños y llamativos trajes.

¿El carro también?

Qué más hubiera querido. Yo quería tener carro y hasta los burros, pero eso ya no pudo ser...  Hubiera sido fantástico.

¿Con qué vestuario constante?

Dispusimos el traje de casi todos los protagonistas, el único que no apareció fue El del Tamboril, que lo mezclé con El del Cerrón. El problema fue que como no me pude llevar a los jóvenes de Riofrío hasta allí tuve que invitar a gente de la escuela de teatro que había en el Conservatorio de Birmingham, muy buena por cierto. Yo mismo dirigí las escenas después de haberlas investigado en Riofrío.  Por si habían  sido pocas las dificultades, una semana y media antes del estreno, sufrí  la cancelación del actor que hacía de Carocho Grande y no me quedó más remedio que arremangarme y coger yo las tenazas… Como había tenido muchas conversaciones con Juan Francisco Blanco, sabía exactamente lo que tenía que pasar en cada momento.  Aunque me tocó dirigir algunos ensayos musicales, por suerte,  sí que tuve la colaboración de una directora que dirigió la orquesta y yo pude controlar la interpretación desde el papel de El Carocho.  La verdad que quedó muy bien y la gente salió entusiasmada. De hecho, hay un premio de Composición Orquestal en el Conservatorio,  un reconocimiento que no lo suelen sacar a concurso porque  los compositores normalmente no tienen la opción de trabajar con una orquesta. Ese año, en cambio, sí hicieron la convocatoria y me lo concedieron a mí por la ópera de la mascarada de Los Carochos. Se quedaron de piedra. Si te digo la verdad, más que el premio, que es algo simbólico, lo que me permitió el proyecto de la mascarada fue conseguir una beca para hacer un master allí que me cubría casi todos los gastos.  Se lo presenté a la Fundación Leverhulme (La fundación depende de Unilever), que financian masters artísticos, y me ofrecieron la beca después de ponerles en el portafolio la ópera de la mascarada.

¿Cómo fue la incorporación de los sonidos de la mascarada a la ópera? Me refiero a cencerras, tambor, castañuelas, etc.

Algunos estaban integrados en la partitura, a otros les di completa libertad, como los cencerros de los Diablos. Eso sí, para los cencerros lo que hice fue reducir el número para evitar que su sonido lo invadiera todo. También añadí cencerras a la partitura original por lo que aparecen durante toda la representación como símbolo de estos personajes protagonistas.  A las tenazas les dejé plena libertad en la acción teatral.

Tenazas que además llevabas tú, junto con la carocha… ¿Qué tal te manejaste con todo este equipo en el espacio reducido  que teníais?

Pues creo que la adrenalina del momento era lo que hacía que todo fuera más o menos bien porque no es nada fácil. La carocha es bastante pesada. En mi opinión, fue un espectáculo completo, con una acción totalmente envolvente alrededor de los espectadores.

‘La Obisparra’ en plena acción

¿No se produjo ningún incidente?

No, aunque en alguna ocasión se nos quedó enredada la pelota de El Gitano.

¿También utilizasteis ceniza?

No, ceniza no. Nos lo impidieron, pero, sin embargo, sí pintamos a gente con las corchas. Al Diablo Pequeño yo le había dado la instrucción teatral de que en determinado momento tenía total libertad para pintar a la audiencia con las corchas. ¡Y hasta le dimos chorizo al público!

‘La Obisparra’ en acción

¿Lo mordían?

Sí, sí, ¡claro que mordían! Aunque, en nuestro caso el chorizo lo daba el Ciego de Atrás en lugar de los Diablos. Fue una pequeña licencia teatral. Tuvimos que cambiar un poco la historia final para darle un dramatismo diferente: lo que pasa aquí en la mascarada es que Los Carochos bailan entre la gente, es un fin de fiesta más tranquilo porque dramáticamente falta un punto temático diferente.  Al final, los Filandorros expulsan a los Carochos del pueblo y justo, en ese momento, para realzar la acción dramática hacemos un sacrificio, en este caso, Los Carochos sacrifican a El del Lino. Esto es una licencia artística que aporta cierto dramatismo. En esa última batalla El Ciego se revela como el líder de los Filandorros y él es el que finalmente mata al Carocho Grande. En esa escena todo el mundo se queda paralizado pensando que han matado al que parecía ‘el malo’ pero que todos los años venía con sus rituales de fertilidad. Previamente, los  Filandorros han convencido al pueblo de que los malos son los Carochos, pero ahora el pueblo duda quiénes son los buenos y quiénes los malos… Los gitanos se van, la gente del pueblo también y el Carocho pequeño se pone la Carocha y sale de escena, dando a entender el carácter cíclico de la mascarada.

¿Los ensayos fueron complicados?

Mucho. Además tuve problemas con la directora musical, que quería cancelarlo todo. No entendía cómo podíamos hacer la representación si los trajes habían llegado con solo semana y media antes de la función. Para ella era incomprensible esa forma de afrontar ese reto musical, con apenas ensayos y para colmo de males algunos actores habían cancelado su actuación. Pero mi respuesta fue que, pese a todo, seguíamos adelante con el proyecto de la mascarada porque el rito era más importante que la música, máxime teniendo en cuenta que Inglaterra es tierra de estas fiestas de invierno como es la danza Morris. Y lo mismo sucede con Irlanda aunque en ambos países se haya perdido bastante.  Pensándolo bien, seguramente, emprendí una tarea, quizás, un poco quijotesca aunque el resultado fue inmejorable y me dio la razón.  Además, la iniciativa tuvo bastante repercusión en los medios de comunicación tanto de Zamora como de Valencia. Desde luego allí, en el Conservatorio, la obisparra  se convirtió en un acontecimiento mítico. Cómo sería que hasta el profesor Andrew Hamilton (Compositor de bastante prestigio internacional) me dijo que esa composición sobre la mascarada de Riofrío se tendría que repetir cada año como elemento ritual del Departamento de Composición.

Vista del ensayo general de la Obisparra

¿Os habéis planteado repetirlo?

Sí que lo he planteado, pero es una utopía. En Birmingham acaban de inaugurar unas  instalaciones, y tienen un nuevo director, una figura bastante reconocida. Antes tenían libertad creativa para hacer cosas diferentes pero ahora han entrado en otra fase en la que ya tienen el título de ‘Real Conservatorio de Birmingham’ y están obligados a ser más cuidadosos en las formas y en lo que presentan.  Aquí en España las dificultades son distintas. Los conservatorios directamente no podrían asumir un evento de estas características ahora mismo por cuestiones burocráticas, por falta de financiación… Hay que tener en cuenta que  esta representación se realizó allí dentro de un festival de música contemporánea que organizaba el Departamento de Composición. Tenía presupuesto, aunque cada uno tenía que buscarse patrocinadores, pero había un certamen detrás de todo ello que te ayudaba económicamente. A nosotros nos pagaron 800 o 900 libras para alquilar el local del evento y pagar el transporte de los trajes de vuelta ya que el Ayuntamiento de Riofrío nos envió los trajes hasta Birmingham pero luego nosotros teníamos que devolverlos por cuenta nuestra. En honor a la verdad, al final tuve que poner algo de mi bolsillo para acabar de pagar algunas cosas como el catering  porque no nos dejaban llevar productos de fuera sino lo que te ofrecía el local y tuvimos que pagar un extra para llevar los productos que creíamos necesarios: chorizo, jamón, vino español, que ofrecíamos en el descanso.

Supongo que ese dinero lo das por bien invertido

Por supuesto. Al final al Festival le vino muy bien un evento de estas características y para mí el dinero que pude poner, a la larga, ha sido una inversión no solo por el hecho de dar a conocer estas mascaradas al público sino que, además, me ayudó a conseguir becas y, gracias a ello, tengo una parte en mi portfolio como compositor  algo realmente importante. ¡Más de uno quisiera tener  una obra orquestal  de casi una hora con una mascarada tradicional encima! Eso ya nadie me lo va a poder quitar. Es una inversión cultural y artística y quien quiera interpretarla pues está a su disposición. Es un verdadero orgullo haber creado una composición basada en el patrimonio de Castilla y León. Con ella rendí un homenaje a esta tierra, que también es la mía, no en balde pasé aquí muchos veranos y siento que le debo parte de mi manera de ser a Zamora,  Salamanca y a Castilla y León. La verdad es que sentía cierta envidia ver que otras regiones han tenido nacionalismos musicales que han florecido a nivel artístico, por ejemplo, Cataluña, País Vasco, Valencia, Andalucía con el flamenco y el cante jondo,  Galicia…, y sin embargo, en Castilla y León, con el patrimonio musical tan increíble que tenemos, teniendo en cuenta también la mezcolanza cultural con la raya de Portugal, este nacionalismo musical, como digo, no se ha cuidado tanto como en otros lugares.

¿Por qué crees que pasa eso?

Supongo que cuando se desarrollaron estos nacionalismos musicales a finales del siglo XIX y principios del  XX, se llevaron a cabo en centros económicamente potentes: Barcelona, Bilbao… que disponían de conservatorios, teatros, etc.  Esto ayudó a que compositores de allí pudieran recoger esa investigación tan importante.

¿Valoramos suficientemente el patrimonio que tenemos?

Se podría hacer más, pero en gran medida depende de las instituciones, de los proyectos, del interés de la gente, de cómo se venda a la sociedad para que lo perciba como atractivo y sea capaz de conocer nuestro propio pasado. Sería deseable que trabajásemos en esa dirección   porque tenemos la suerte de contar con un tejido multicultural increíble que otros países no tienen la suerte de tener.

¿En qué proyectos tienes en cartera ahora mismo?

Pues llevo la camiseta de la última ópera que he hecho: tiene relación con la mascarada porque he vuelto al tema de la brujería. Es un compendio de tres mini óperas hechas sobre cerveza. Y es que la cerveza está relacionada con la brujería. Verás, antiguamente, las mujeres   eran las encargadas de elaborar cerveza como una tarea doméstica más.  Era una labor de purificación del agua, de utilizar los cereales recolectados, incluso en Sumeria tenían diosas  de la cerveza. Lo que pasó en Inglaterra fue que a mitad del siglo XIV, con la peste negra, se produjeron una serie de cambios.  Se empezaron a dictar las primeras leyes de compra venta de cerveza y en esas normas se especifica que solo pueden ser los varones los que puedan gozar de esa autorización, pero realmente las mujeres son las que fabrican la cerveza. Y a lo largo de 100 o 150 años, poco a poco, se va denigrando el papel de la mujer como maestra cervecera y este rol va pasando al hombre, de tal manera que se fue considerando brujas a todas aquellas mujeres que disponían de ese conocimiento de fermentación  de la cerveza.

Camiseta promocional de la Ópera ‘Besse’

¿Es del mismo estilo que la ópera de la mascarada?

Sí, es también muy directa e interactiva. Además el proyecto es muy atractivo porque creé una compañía de ópera para realizar algo completamente diferente, no pensando en los grandes teatros ni utilizando gran parafernalia. Y esa fórmula es consecuencia directa de la mascarada, una modalidad que funciona y es completamente distinta a las grandes casas de ópera, que tienen producciones impresionantes.

¿Has creado un nuevo estilo?

Sí, hicimos una colaboración con una cervecería artesana de Birmingham y actuamos allí en la cervecería. Usamos los tanques y parte del bar como escenario. Además, contábamos con  actores y cantantes a ras de suelo, al lado del público, cantando a la cara a gente que nunca había visto ópera, que iba a la cervecería porque sabía que habían hecho una cerveza especial para la ocasión y estaba fidelizada con esa cervecería y descubre que la ópera le sorprende y le gusta, no se imaginaba que la ópera fuera tan divertida. Nosotros hemos quitado ese rango de estatus alto que a veces se asocia a la ópera. Hay que pensar que estas óperas son piezas pequeñas como episodios cortos que pasaban mensualmente acompañadas de cerveza especial para la ocasión y de una pizza gigantesca. La gente prueba y suele repetir al mes siguiente.

Ópera ‘Besse’

[ Aquí puedes ver un fragmento de la Ópera ‘Besse’ ]

¿Habéis traído ese modelo a España?

Queremos ser los primeros en hacerlo. Ya se están empezando a hacer proyectos que trabajan el acercamiento de la ópera al público. Claro, lo que nosotros traemos  es una ópera totalmente nueva y hecha sobre un tema que les va a interesar. Las casas de ópera en Valencia están haciendo un proyecto muy interesante que se llama Les Arts Volant  y que consiste en poner la escenografía de la ópera en un camión para poder llevarlo a los barrios. Es una idea genial porque la producción es de una casa de ópera reconocida y con mucha calidad. Pero ellos representan obras de 1800 y nuestra idea es representar algo que nosotros acabamos de hacer y que refleja, de alguna forma, la sociedad actual con temas sobre el  feminismo, la religión, pero sin crítica, ambientada en la época de la peste negra y la Inquisición.

¿Has pensado volver a España?

Estoy bien en Inglaterra, pero en el futuro sí que me gustaría vivir en España. Por ahora me han ofrecido una beca para hacer un doctorado sobre estudios operísticos, especialmente, sobre este nuevo concepto de ópera que estamos desarrollando y que es único.

¿Tienes algún nombre ya este nuevo concepto musical?

Todavía no. Nuestra compañía de ópera se llama Infinite Opera que viene a ser ópera para todos.

De cara al futuro, ¿qué proyectos tienes?

Estoy haciendo trabajos de recuperación del patrimonio musical en Valencia, una tarea que  suelo hacer en verano porque durante el curso estoy bastante ocupado en el trabajo de la compañía. Hay que tener en cuenta que una aventura de este tipo no solo es crear nuevas obras, también hay que estar pendiente del tema de la gestión y eso lleva su tiempo. Además, estamos colaborando con la Ópera Nacional de Gales en proyectos de difusión de ópera; también hacemos óperas para jóvenes de una forma peculiar: guiamos a los jóvenes para que sean ellos mismos quienes compongan la ópera. Hacen el libreto y la música y nosotros  únicamente hacemos de guía, pero al final, ellos acaban representando una ópera creada por ellos mismos. A veces no se confía en el potencial creativo de los jóvenes  y yo creo que presentar proyectos artísticos como estos ya sea ópera, teatro, música o cualquier otro tipo de arte es una manera de estimular la imaginación de los jóvenes, un aprendizaje  que, por otra parte, es algo innato en ellos. Así luego estaremos hablando de un colectivo que se va a interesar por el arte, los museos, el teatro, los conciertos. Hay que invertir en la juventud.

La Obisparra tras la actuación