‘Los ritos y costumbres cambian porque la sociedad también lo hace’
Preocupada por acercar el museo a los jóvenes, Ana Isabel Díaz-Plaza, técnica superior en Etnografía del Museo de Artes y Tradiciones Populares de la Universidad Autónoma de Madrid, ofrece la colección a los artistas contemporáneos para que contrasten dos mundos: las viejas culturas frente a los nuevos horizontes. Esta conservadora del MuseoATP-Centro Cultural La Corrala conoce las claves internas que mueven a las comunidades y advierte que perder una tradición es arruinar su identidad como pueblo, pilar sobre el que se levantaron sus vidas. Por eso, Díaz-Plaza pone tarea a las administraciones al hablar del desarrollo del medio rural: aportar salidas estables, reales y dignas a sus moradores. Su trabajo como investigadora y divulgadora la llevan a confirmar las grandes semejanzas sobre las que nos sentamos los humanos y que cuando muere una costumbre, inmediatamente surge otra, con idéntica fuerza. La vida.
ANSELMO RODRÍGUEZ BLANCO
Normalmente un museo guarda objetos artísticos, documentos históricos…, piezas con muchos años de antigüedad, pero si se trata de conceptos intangibles, como artes o tradiciones, podemos preguntarnos ¿qué es, en realidad, el Museo de Artes y Tradiciones Populares?
El Museo de Artes y Tradiciones Populares pretende ser, sobre todo, un lugar de encuentro entre las personas que nos visitan y al mismo tiempo una carta de presentación de aquellos lugares que están representados en el museo. Muchas de las festividades o de los oficios que pueden verse en el centro existen en la actualidad, y esperamos que la visita pueda suscitar el interés para conocer esas actividades in situ.
¿Qué se puede ver y qué secciones tiene?
El Museo de Artes y Tradiciones Populares conserva en sus fondos piezas procedentes de todo el país, la mayoría de ellas datadas entre los primeros años del siglo XX y los años 70. Sus colecciones son muy heterogéneas y nos hablan de la vida preindustrial, fundamentalmente en ámbitos rurales y, en menor medida, representación de las costumbres, fiestas y oficios urbanos, un poco más recientes.
En la actualidad el museo divide su exposición en un discurso que nos muestra algunos elementos del ciclo vital humano (desde el nacimiento: con cunas y amuletos, sillas parteras; juguetes; un matrimonio maragato; hasta objetos relacionados con ritos funerarios), el ciclo festivo (organizado temáticamente desde las fiestas de invierno hasta las de verano, pasando por Carnaval y Semana Santa), tres talleres de oficios completos (una joyería, una forja y un taller de curtidor que enlaza con la zona de la Ribera de Curtidores donde se encuentra el edificio) y una selección de fondos relacionados con medios de subsistencia tradicionales como la pesca, la agricultura y la ganadería. Además, muestra un pequeño almacén visitable, donde se ven objetos cotidianos, fundamentalmente relacionados con las tareas del hogar.
¿Hay algún apartado dedicado a las mascaradas?
Dentro del apartado dedicado a las fiestas, y especialmente en las que tienen lugar en invierno, hay un espacio dedicado a las mascaradas, donde podemos destacar la presencia del Cucurrumacho, de Navalosa (Ávila), el Jarramplas de Piornal (Cáceres), el Demoni de Forcall, en Castellón, Botarga de Arbacón (Cuenca), Vaquilla de Fresnedillas de la Oliva (Madrid), etc.
A su juicio, ¿qué parte es la que interesa más a los visitantes?
Los visitantes disfrutan especialmente con las piezas que reconocen, porque proceden de sus municipios de origen, porque los han utilizado o simplemente porque conocen sus historias. Cuando esto sucede la interpretación del objeto por parte de los visitantes es completa y se consigue una conexión emocional que hace que la visite se disfrute mucho más. En este sentido, hemos notado que el denominado “almacén visitable” por la cotidianeidad de objetos que muestra se convierte en un lugar de charla animada entre los visitantes que comentan entre ellos el uso que cada uno hacía.
Desde que fue nombrada conservadora, ¿cuál es la iniciativa que más satisfacciones le ha producido?
Es difícil seleccionar una única actividad. Quizás destacaría los “Encuentros con artesanos”: una actividad realizada en el patio de la corrala donde artesanos de distintos oficios fabricaban diferentes objetos similares a los que conserva el museo. Los visitantes podían comprobar directamente su elaboración e incluso aprender algunas sencillas técnicas. Este tipo de actividad sirve para darle vida a los objetos, mostrar su utilidad, no subestimar la complejidad de sus realizaciones, etc. Ver los objetos en vida ha sido una experiencia muy gratificante para nosotros y para el público que esperamos que se pueda repetir en el futuro.
El Museo de Artes y Tradiciones Populares pasó de la periferia de Madrid al centro urbano de la capital. ¿Qué ventajas ofrece este nuevo emplazamiento?
Ha sido un cambio completo. Desde el propio edificio en que se ubica en la actualidad el museo, una antigua corrala rehabilitada que enlaza su historia con los emigrantes del campo a la capital, esos mismos habitantes que quizás utilizaron muchos de los objetos que alberga el museo y que se incorporaron a una nueva vida, más fabril, más aislada, menos comunitaria, echando de menos sus lugares de origen.
El museo en el centro de Madrid permite que pueda ser visitado por un mayor número de público, pero sobre todo un público más diverso. Ha sido necesario cambiar los discursos, adaptarnos, tratar de pensar en la heterogeneidad de personas que nos visitan para poder ofrecerles un entorno cómodo, accesible física y cognitivamente, pero también atractivo al estar en una gran ciudad con una oferta cultural enorme, lo que supone un enorme reto.
¿Está previsto que haya algún apartado en el que estén representadas tradiciones propias de una provincia o región?
El museo tiene un carácter más global. Pretende hablar de los hechos comunes más que de los lugares concretos. Apreciar las semejanzas que tiene el ser humano en distintas partes de nuestra geografía, al confrontarlas también se ven sus diferencias, pero lo importante para nosotros es la idea que subyace de los objetos más que el objeto en sí mismo.
Sin embargo, con el traslado del museo a una antigua Corrala, el público nos demanda cada vez más piezas de la historia de Madrid e incluso las ofertas de donación de los últimos años han ido esta línea, por lo que hemos podido completar importantes lagunas documentales. En la rehabilitación del edificio, el arquitecto previó un espacio que reproducía una pequeña vivienda de la corrala, y es la zona que vamos a musealizar dedicada a Madrid.
Y actualmente ¿cuenta ya el museo con documentación concreta sobre tradiciones de algún lugar de España?
Durante los años 80 y primeras décadas de los 90 el equipo que trabajaba en el museo realizó una serie de campañas por distintos pueblos de la geografía nacional. Fruto de este trabajo fue la elaboración de un archivo documental sobre festividades de muchos municipios del país. Fue una labor muy completa que, aunque ha sido superada en muchos aspectos con bibliografía más reciente y sistemática, sigue teniendo un gran valor y es consultada periódicamente por investigadores.
¿Qué actividades se fomentan en este espacio para poner en valor la tradición y las costumbres populares?
El Museo convive en la actualidad con el Centro Cultural La Corrala, también gestionado por la Universidad Autónoma de Madrid, donde se realizan un variado número de eventos. Periódicamente acogemos representaciones teatrales y recitales de música tradicional, exhibiciones artesanales y diversas actividades didácticas, la última un taller para niños sobre las corralas que aparecen en las novelas de Benito Pérez Galdós.
Si tuviera que hacer de guía en el museo, por un instante, ¿qué es lo que destacaría a los visitantes?
Quizás las semejanzas. Frente a lo que siempre trata de diferenciarnos, de hacernos peculiares en los museos etnográficos, siempre me llama la atención lo que nos parecemos los seremos humanos. Todos ponemos a nuestros niños en alto, para protegerlos de las alimañas o del frío, tenemos miedo ante lo que nos es desconocido, por lo que nos protegemos con todo tipo de amuletos, necesitamos festejar con nuestras comunidades, eso nos reconforta y nos permite formar parte del grupo, respetamos a la muerte y le rendimos homenajes, aunque de diferentes maneras.
Los elementos decorativos propios, las técnicas peculiares, las costumbres concretas son evidentes, pero en ocasiones pasa desapercibido lo más obvio.
¿En alguna ocasión ha recibido u oído comentarios alusivos a que las artes y las tradiciones son cosas obsoletas o pertenecen a pueblos sin cultura?
Por suerte no, y en los últimos años hemos sentido que hay un gran interés por retomar técnicas artesanas y conocimientos tradicionales. El Museo se ubica en la zona de El Rastro Madrileño, donde podemos ver muchos talleres de artesanos y artistas jóvenes que están recurriendo a técnicas tradicionales porque están siendo demandadas por el público. Quizás como una forma de diferenciar el consumo de las tiendas con gran producción en serie, de valorar el trabajo personalizado más cercano al comprador.
¿Piensa que un pueblo que deja morir su tradición y su historia está llamado a ser enterrado con ellas?
Es necesario tomar valor de la historia y las costumbres de un pueblo, pero tampoco hay que olvidar que los ritos, costumbres, usos de los objetos, oficios, etc., cambian porque la sociedad también lo hace. Hay elementos de una cultura que dejan de tener razón de ser para ella misma y quizás, en este sentido, sería más conveniente documentarla que tratar de mantenerla de forma artificial. Está sucediendo, cada vez más, con la llegada en masa del turismo, por ejemplo, para las fiestas populares. Esos ritos se edulcoran, se adaptan, se distorsionan y en ocasiones se convierten en otra cosa o terminan por desaparecer por el desapego de sus creadores. Esto no pretende ser una crítica, entiendo que es algo normal. La cultura la hacen las personas cuando viven en comunidad, si la sociedad cambia es difícil pensar que pueda quedar un evento, una forma de trabajar o una costumbre, totalmente al margen del resto de los cambios que se producen en las personas que los llevan a cabo. El peligro de perder la tradición es el perder la identidad como pueblo, como comunidad, en ocasiones la identidad colectiva se transforma por el paso del tiempo, pero en otro la pérdida es tan abrupta que la cohesión se rompe y la comunidad puede llegar a sentirse desarraigada en su propia tierra. Con los cambios surgen necesariamente otras costumbres. Explicar, comprender y documentar las tradiciones es importante para conocernos a nosotros mismos, pero ser realistas también es necesario para poder abordar correctamente la conservación de nuestra herencia cultural.
Dentro del contexto de las tradiciones, ¿puede hablarse de coincidencias rituales entre sociedades agro-ganaderas, incluso sin conocerse entre sí?
Sin duda se encuentran numerosos paralelismos entre los distintos tipos de sociedades y, entre ellas, las agroganaderas. En los rituales es habitual rendir homenaje, respeto, veneración e incluso miedo, al medio de subsistencia prioritario, para unos será el ganado y para otros los productos agrícolas, pero en la ejecución del rito se ven semejanzas. También en su celebración, los ritos petitorios, las cuestaciones para sufragar las fiestas, etc. Hay una serie de elementos comunes que establecen el esqueleto de los rituales.
¿Qué comentario le sugiere la tan traída y llevada despoblación de la España rural que tanto pronuncian responsables públicos y tanto exigen asociaciones defensoras de los pueblos?
El deseo de poder vivir con dignidad, con suficientes recursos y en la medida de lo posible haciendo lo que a cada nos gusta es una aspiración tan antigua como los seres humanos. La crítica a la despoblación es vacía si no se hace nada para poder satisfacer las necesidades de los que emigran a las ciudades. Muchos jóvenes no quieren marcharse de sus pueblos, pero no hay alternativas reales. Es un problema que tiene muchos prismas, pero dotar de soluciones laborales, económicas y habitacionales es el único freno a la despoblación.
A finales del siglo pasado, crecieron como setas los pequeños museos etnográficos locales que solo abrían de pascuas a ramos… ¿Qué les diría a esos ayuntamientos que tienen esos museos cerrados porque nadie se planteó en su momento hacer el correspondiente un plan de viabilidad?
La falta de un plan de viabilidad se da, desgraciadamente, en muchos otros sectores. Lo importante es la inauguración y las dificultades de mantenimiento comienzan a verse al día siguiente. Mantener un museo requiere personal, dotación, inversión y cierta seguridad financiera para poder abarcar proyectos de mayor envergadura, ya sea en la propuesta expositiva, como en la programación didáctica. Se necesita un tiempo para que el centro de nueva creación se integre en el lugar y pueda comenzar a ser útil para los usuarios del entorno inmediato o de más lejos.
Esperemos que las Administraciones hayan aprendido alguna lección con la crisis y saquemos en positivo lo querido y valorado que es un museo hoy en día, donde todos los ayuntamientos desean tener uno. Ahora debemos explicarles qué son los museos en realidad, para que los siguientes, además de dar prestigio, puedan cumplir su función social con garantías.
¿Qué proyectos tiene de cara al futuro?
El próximo año acogeremos varias exposiciones temporales interesantes, como una dedicada a los juegos tradicionales de Brasil y otra de fotografías de la zona del Rastro de Madrid, por citar un par de ellas. También continuaremos con un proyecto que iniciamos este año que consiste en que artistas contemporáneos realicen su visión sobre piezas de la colección. Por el momento ha sido una experiencia muy satisfactoria que además nos ha permitido difundir los fondos del museo entre un público más joven, más inclinado hacia el arte contemporáneo, que ha entrado en contacto, de este modo, con el museo. Tenemos pendiente también continuar con las actividades didácticas y divulgativas que por la situación sanitaria que vivimos ha tenido que restringirse y que esperamos que pueda regresar con fuerza en un futuro cercano.
MUSEO DE ARTES Y TRADICIONES POPULARES DE LA UNIVERSIDAD AUTÓNOMA DE MADRID – CENTRO CULTURAL LA CORRALA
Dirección: C/ Carlos Arniches, 3. 28005 Madrid (Metro: La Latina, Puerta de Toledo)
Teléfono: 914 976 500
Website: www.uam.es/lacorrala
Horarios:
Lunes, Martes y Miércoles de 12 a 20 h
Jueves y Viernes: de 10 a 20 h
Sábado: de 10 a 14 h
Domingos: cerrado